Un derrame aparentemente inofensivo (una botella de agua de 2 dólares que se volcó en un Hyundai Ioniq 5) dejó a un conductor enfrentando una factura de reparación que excede el precio de muchos autos usados. El incidente pone de relieve una vulnerabilidad crítica, y a menudo pasada por alto, en los vehículos eléctricos modernos: sus sensibles sistemas eléctricos.
El incidente y el daño
Mike McCormick conducía por una carretera de Florida cuando una frenada repentina hizo volar una botella de agua. El líquido entró en contacto con los conectores del mazo de cables debajo de los asientos, lo que provocó una cascada de fallas eléctricas. En cuestión de minutos, las luces de advertencia se encendieron, las señales de giro dejaron de funcionar y fue imposible apagar el automóvil.
El diagnóstico de un concesionario Hyundai fue severo: tanto el mazo de cables debajo del piso como debajo del asiento requirieron un reemplazo completo. ¿El costo final? Unos impactantes 11.882,08 dólares.
Por qué esto es importante
Este caso no es aislado. Hyundai ha clasificado los daños como causados por un “factor externo”, lo que significa que el propietario es totalmente responsable. También se negaron las reclamaciones de seguros, y State Farm argumentó que el daño parecía deberse a la corrosión gradual, no al derrame inmediato.
Esto plantea dudas sobre el diseño y la ubicación del cableado crítico en los vehículos eléctricos. Si bien los automóviles siempre han sido susceptibles a problemas eléctricos, los sistemas de alto voltaje y los componentes compactos de los vehículos eléctricos modernos pueden amplificar las consecuencias de una intrusión de líquido incluso menor.
Problemas eléctricos recurrentes en los vehículos eléctricos Hyundai
El Ioniq 5 no es el único que enfrenta este tipo de costos inesperados. Según los informes, otro propietario recibió una factura de cinco cifras después de una falla similar en el arnés de cableado. El problema se extiende más allá de los derrames accidentales: incluso el mantenimiento de rutina, como el reemplazo de las pastillas de freno del Ioniq 5 N de alto rendimiento, requiere herramientas especializadas (y costosas) de Hyundai, que cuestan más de $6,000. Existen soluciones no oficiales, pero se corre el riesgo de anular las garantías o causar más daños.
El incidente subraya una creciente preocupación entre los propietarios de vehículos eléctricos. A diferencia de los motores de combustión tradicionales, donde las reparaciones mecánicas suelen ser sencillas, las reparaciones de los vehículos eléctricos pueden resultar prohibitivamente costosas debido a las piezas patentadas y los bloqueos de software.
El resultado final
Un simple derrame de una botella de agua resultó en una factura de reparación de casi $12,000 para un conductor de Hyundai. Este caso no es sólo un caso atípico; refleja una vulnerabilidad de diseño más amplia en los vehículos eléctricos modernos, donde incluso daños menores por líquidos pueden provocar fallas eléctricas catastróficas. Este incidente obliga a plantearnos la pregunta: ¿deberían los fabricantes o las compañías de seguros asumir la responsabilidad de tales incidentes, o deberían los propietarios asumir el coste total de los sistemas de vehículos cada vez más complejos y frágiles?


















